...and these superficial sighs

26/1/11

Eine kleine Nachtmusik

   Y yo venía teniendo lecturas acariciantes y blancas. Mi eterno Rilke, que es puro como un niño de alma pura, y así. Mi premio-nobel-Rolland, también, que es tan inteligente y prolífico, y tan bien describe el alma de Annette Rivière. Pero ayer me encontré a tomar algo con Liliana Díaz Mindurry, que me regaló algunos de sus libros (gracias, Liliana). Anoche empecé a leer Pequeña música nocturna, y estoy atrapadísima. Entonces, este verano, salté del casillero rilkeano, límpido total, al casillero-lodazal de esta escritora argentina, a toda esa perturbación, al redescubrimiento de lo bizarro.

   En algún otro momento les compartiré aquí en el blog una o dos citas de este libro. (O de otro. O será que también vuelvo a leer a Saer, con quien le encuentro mucho parentesco.) En este sitio hay algunos fragmentos, pero no los leí, porque todavía no llegué a esa parte del libro.

   Habrá que ver.

   Por otro lado, ahora que estoy en este trance oscuro y sintiendo pasar por dentro estos días de lluvia intensa, deseo corregir algo que dije en el post de los ideales y la muerte y los deseos. Eso que dije de que la muerte no existe o no triunfa. Creo que sí existe y que, unas veces, triunfa; lo que quise decir, probablemente, es que es algo muy distinto del fin de la vida biológica. Para mí, la muerte no es el fin de la vida biológica sino otra cosa (aunque, a veces, quizá, confluyen). Pero bueno, es todo un tema y no da para un miércoles por la mañana, además de que estoy en el trabajo y me tengo que poner a trabajar.

2 comentarios:

  1. Si somos un conjunto de atomos con autoconciencia, es probable que esa autoconciencia desaparezca cuando los atomos se desunen, también existe la posibilidad que no...vaya a saber uno.

    ResponderEliminar
  2. Una cosa es la autoconciencia y otra cosa es... otra cosa.

    ResponderEliminar